LA GAMIFICACIÓN EN EL APRENDIZAJE
La gamificación se ha consolidado como una herramienta clave en el ámbito educativo, basada en la utilización de dinámicas propias de los juegos para fomentar el aprendizaje activo y motivar a los estudiantes. Esta metodología transforma el aprendizaje al generar entornos donde la motivación y la implicación del alumnado se ven incrementadas, favoreciendo la adquisición de conocimientos de manera más efectiva y significativa (Hernández, S. Z., Mena, R. A., & Ornelas, E. L., 2016).
Desde el campo de las neurociencias, se ha comprobado que el cerebro responde de manera positiva a los estímulos emocionales durante el aprendizaje. Sabrina Cecilia Abram, educadora y especialista en el área de las neurociencias aplicadas a la educación, afirma que, al introducir emociones positivas en el aula mediante actividades lúdicas, se estimulan áreas del cerebro relacionadas con la memoria y la atención, favoreciendo la creación de nuevas conexiones neuronales y, en consecuencia, un aprendizaje más sólido y duradero. Este enfoque, conocido como neuroeducación, destaca la importancia de un entorno de aprendizaje que involucre tanto las emociones como el pensamiento crítico para maximizar el desarrollo cognitivo de los estudiantes (Abram, S. C., et al., 2022).
Además, la gamificación fomenta la aceptación del error como parte del proceso de aprendizaje, lo que contrarresta los modelos educativos tradicionales donde el error es penalizado, generando frustración. Cinthia Noelia Acuña, una educadora que ha trabajado en el ámbito de la educación primaria, señala que esta metodología permite que los estudiantes vean el error como una oportunidad para mejorar y seguir avanzando, brindándoles un sentimiento de control y fomentando la autoestima dentro del aula (Abram, S. C., et al., 2022). Según el neurocientífico Francisco Rodríguez Santos, la educación produce cambios profundos en el cerebro que ayudan a mejorar el desarrollo personal y del proceso de aprendizaje. Esto refuerza la idea de que un enfoque gamificado puede ser fundamental para facilitar aprendizajes más significativos y duraderos (Hernández, S. Z., Mena, R. A., & Ornelas, E. L., 2016).
En resumen, la gamificación, apoyada en las investigaciones de las neurociencias, no solo mejora el rendimiento académico, sino que también potencia las habilidades socioemocionales de los estudiantes. Al crear un ambiente lúdico y emocionalmente estimulante, los docentes pueden motivar a sus alumnos de manera efectiva, facilitando así un aprendizaje significativo y sostenible a largo plazo.